Es una regla en la amistad que cuando
la desconfianza entre por la puerta, el
afecto sale por la ventana!!!
J. Howell.
Una amistad, una relación de pareja, pueden durar eternamente, pero en un instante se puede perder la confianza. Y si en las relaciones interpersonales ya es difícil hoy en día confiar en alguien, más lo es (una vez más) en las redes sociales.
Bien dijo una vez una persona muy sabia:
“Por escrito, ¡nada!, si no está en un archivo PDF (que no permite más que a la persona que lo escribió hacer cambios), te pueden agregar lo que les dé la gana o cambiar totalmente lo que pusiste y si no lo resguardas, no puedes comprobar que tú no lo escribiste. Lo que está escrito, escrito está para siempre, y tendrás que afrontar las consecuencias de lo que le confías a alguien por escrito, porque no podrás refutar nada”.
La confianza es la seguridad que alguien tiene en otra persona o en algo, al ser algo que se hace consciente y voluntariamente, supone trabajo y esfuerzo conseguirla. Ésta debería simplificar las relaciones personales y ayudar a entenderlas, pero estamos viviendo en un mundo tan materializado y carente de valores que hay más desconfianza que confianza. Y ésta no necesita de muchas pruebas, es como una alergia que nos hace estornudar al más mínimo contacto.
Hay que tener mucho cuidado en quién confiamos y a quién le confiamos nuestras cosas, porque después de un tiempo lo que le confiamos a una persona puede salir a la luz cuando menos lo esperamos y se puede destruir una amistad, una relación de pareja, una relación padre-hijo y hasta una familia.
Como dice la Biblia: “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda”. Siempre es bueno confiar en alguien, pero hay que estar muy conscientes y seguros de que esa confianza no va a ser traicionada como suele suceder la mayoría de las veces. Por eso los psicólogos, terapeutas y especialistas dicen que si no tienes nada bueno que decir de otra persona, mejor te quedes callado, porque siempre por algún lado eso que dijiste le va a llegar a la persona y creará problemas.
Nos enseñan que hablemos de nuestra vida, de nuestra persona, sueños, alegrías, evitar comentar de nuestras tristezas, lo que nos agobia, porque muchos en su interior se regocijarán por que te vaya mal, y tus enemigos van a tener herramientas poderosas para hundirte más de lo que estás.
Tenemos que tener muy presente que cuando confiamos en otra persona, ésta no es perfecta, por lo tanto es falible, es decir, te puede fallar.
Y lo más grave de todo esto es que si las personas te pueden traicionar rompiendo su voto de silencio ante una circunstancia que le confiaste, ¡imagínense en las redes sociales! (lo repito una y otra vez por los peligros a los que podemos exponernos), específicamente en Facebook, donde hay personas que cuentan su vida privada, sus problemas, que hablan mal de los hombres, de las mujeres, de sus fatídicas relaciones matrimoniales o con cibernautas que les prometieron y no les cumplieron.
Confiar en alguien por estos medios es como ponerse una pistola en la cabeza y disparar, uno nunca sabe quién está detrás de esa pantalla. Hay muchas personas locas y enfermas navegando en las redes sociales, expertos que se meten en todas tus cuentas y que pueden hacer mucho daño. A estos lugares se entra a pasar un buen rato, contar chistes, poner pensamientos positivos, interactuar con personas que conoces físicamente, pero nunca a confiar en nadie. Esto lo corrobora la Policía Cibernética, no son cuentos.
Lo más sano es tener a alguien en el que puedas confiar, pero también no hay nada más valioso como confiar en uno mismo, es decir:
“Tengo una manera sana de comunicarme y tengo la capacidad de defenderme de forma honesta y respetuosa”.
Confío en mí porque soy libre en cualquier lugar de expresar mi opinión; porque puedo decir lo que quiero y necesito; porque puedo expresar mi desacuerdo con respeto y educación; porque puedo dar sugerencias e ideas; porque puedo decir “no” sin sentirme culpable; porque puedo defender a otra persona que no está presente y se están expresando mal de ella o la están calumniando y la conozco; porque respeto la vida privada de los demás; porque no permito que se metan en mi privacidad; porque acepto que todos son y tienen ideas diferentes a mí, etc.
Las personas que hablan con seguridad y confianza demuestran que creen en sí mismas, no son demasiado tímidas ni demasiado avasalladoras. Saben que sus ideas y sentimientos son importantes, creen en sus habilidades, sienten que tienen el control de sus vidas y que son capaces de hacer lo que planean y esperan, tienen expectativas realistas, etc.
“Yo confío en mí mismo”, porque no necesito de la aprobación de los demás, yo sé quién soy y me acepto así. Tomo todos los días un tiempo para evaluarme en lo bueno y en lo malo que hice, poniendo todo mi empeño en mejorar mis errores y tratar de no volver a cometerlos. Todo lo que pasa en mi vida son lecciones que aprendo y me hacen mejor persona, no necesito hablar mal de nadie, porque sé que cada quién tiene la responsabilidad de su vida y ellos son los que sufren las consecuencias de sus actos y palabras.
No soy perfecto, tengo derecho a equivocarme y a pedir una opinión o ayuda cuando la necesito, esto no me hace ni más ni menos que nadie. Sé que las personas mayores tienen una gran experiencia de vida que les da sabiduría y son grandes maestros, por lo tanto a ellos recurro.
No permito que me falten al respeto porque el respeto se gana y yo lo cultivo día a día; mis amigos los puedo contar con los dedos de la mano y me sobran, pero me siento satisfecho y feliz con cada uno de ellos porque siempre nos hemos respetado en todo.
Tengo una familia que me ama y me acepta como soy, esa es mi mayor riqueza.
Confiar en uno mismo es dejar ser y dejar estar; es vivir libremente ocupándote de hacer el bien y dejar de juzgar y criticar la vida de los demás, lo que dicen o hacen.
Por eso es sano confiar en uno mismo, porque tú nunca te vas a defraudar o traicionar; en cambio, si confías algo a alguien y te traiciona, esto te causará un gran dolor y muchas lágrimas. Por lo tanto, sepamos en quién depositamos nuestra confianza para evitar terminar con el corazón herido.
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